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Exposición
temporaria La
obra de los hermanos Ortiz Echagüe en el MIFB
A partir del pasado martes 30 de
julio el MIFB abrió al público la totalidad de sus salas
temporarias de exhibición, espacios donde se presenta La luz, el
color, la palabra; muestra que pone al alcance del público de la
ciudad de Buenos Aires un extraordinario conjunto de imágenes vintage de
José Ortiz Echagüe, considerado uno de los artistas más
importantes de la fotografía y principal referente del pictorialismo español.
Completan la muestra impactantes obras plásticas de su hermano
Antonio, uno de los mejores pinceles modernistas españoles, y
escritos, cartas y fotografías de Fernando, otro de los Ortiz
Echagüe que se afincó en la Argentina, recordado periodista del diario La
Nación. El caso de los hermanos españoles José, Antonio y Fernando
Ortiz Echagüe forma parte de un proceso que merece relectura y la
difusión de sus producciones artísticas e intelectuales signadas por sus
vocaciones, su talento, el contexto social de su tiempo y sus decisiones
vitales. Sus obras, de singular interés o belleza, permiten el ejercicio de
pensar su interrelación y resignificar los contextos históricos de su
producción, en el marco de un proceso de migración que ha marcado la historia e
identidad de nuestros pueblos.
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El
acto de inauguración
En el marco de la reapertura del
Palacio Noel - MIFB luego de las importantes obras de
infraestructura llevadas adelante por el Ministerio de Cultura del
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA), el Museo
Fernández Blanco (MIFB) inauguró el pasado martes 30 de julio la
importante exposición que reúne por primera vez en un mismo acontecimiento
cultural parte de la obra de los hermanos José, Antonio y Fernando Ortiz
Echagüe.
Estuvieron presentes; la
Subsecretaria de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, María
Victoria Alcaraz; la Vicegobernadora de la Provincia de La Pampa, Norma
Durango; el Ministro Consejero de la Embajada de España, Pedro José
Sáenz; la Subsecretaria de Cultura de La Pampa, Analía Caballero;
el Director General de Museos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires,
Pedro Aparicio; el Presidente de la Asociación de Amigos del Museo,
Herman Rodríguez Fudickar, el Secretario General de la Confederación
Argentina de la Mediana Empresa, José Bereciartúa; la Presidenta de la Fundación
del Banco Nación, Silvia Soto; el Director del Inadi en la Provincia de
La Pampa, Santiago Ferrigno; el Director de la Casa de la Provincia de
La Pampa en Buenos Aires, Pablo Rubio; el Director del Museo Fernández
Blanco, Jorge Cometti y el equipo curatorial de la exhibición:
Leila Makarius, Patricio López Mendez, Fabián Pieruzzini y Gustavo
Tudisco.
Se hicieron presentes también en el
acto directores de Museos de nuestra ciudad: Laura Buccelato
(MAMBA), Horacio Torres (Museo Carlos Gardel), Darío Ker
(Museo Luis Perlotti), Felicitas Luna (Museo José Hernández),
Ricardo Pinal (Museo de la Ciudad); el Presidente de la Sociedad
Iberoamericana de Historia de la Fotografía, Abel Alexander; la
Directora de la Fundación Osde, María Teresa Constantin y, Eduardo
Longoni, recientemente designado personalidad destacada de la cultura por
la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, entre muchas otras personalidades
de la cultura.
Pero si algo tiñó de alegría y
emoción el acto de apertura de la exhibición fue la entusiasta presencia de
varias generaciones y ramas de la familia Ortiz Echagüe, entre ellos, Jorge
y Alejandra Ortiz Echagüe, nietos del pintor, quienes brindaron cálidas
palabras de agradecimiento a los equipos técnicos del MIFB por
la iniciativa y la producción de la primera exposición que reúne la obra de
José, Antonio y Fernando.
Jorge Cometti, director
del MIFB y co-curador de la exposición se refirió entre otros
temas, a la importante labor de los herederos y del Museo Atelier Antonio
Ortiz Echagüe de La Pampa, para la conservación y divulgación de tan
valioso patrimonio; y agradeció el apoyo del Ministerio de Cultura del
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a través del Régimen de
Promoción Cultural (Ley de Mecenazgo), la colaboración de la
Embajada de España, AMIFEB, la entusiasta gestión de Leila
Makarius, curadora de fotografía y productora musical del
MIFB y las tareas de todos los equipos técnicos de la
institución, en especial los de museografía y restauración, liderados por
Patricio López Méndez y Fabián Pieruzzini respectivamente, señalando
especialmente al equipo de conservadores, particularmente involucrados en esta
muestra.
La luz, el color y la
palabra, puede visitarse hasta el domingo 29 de septiembre. El
público podrá también hacerse de un ejemplar del hermoso catálogo producido por
el MIFB, gracias a la colaboración de Osde. El
mismo incluye textos del historiador de arte Marcelo Marino, el
periodista José Claudio Escribano y los curadores de la exhibición
Jorge Cometti y Leila Makarius.
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Jorge Cometti (Director del
MIFB) |
María Victoria Alcaraz (Subsecretaria de
Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires) |
Norma Durango, Vicegobernadora de la
Provincia de La Pampa |
Pedro José Sáenz (Ministro Consejero de la
Embajada de España)
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Autoridades y curadores de la exhibición
junto a miembros de la familia Ortiz Echagüe.
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Patricio López Méndez (Curador Principal del
MIFB) y Leila Makarius (Curadora de fotografía y Productora Musical del
MIFB)
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Alejandra Ortiz Echagüe (nieta del
pintor)
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José
Ortiz Echagüe, Guadalajara, 1886 – Madrid, 1980
Si a Antonio le cupo en suerte una
esmerada educación plástica en París a José Ortiz Echagüe lo
formaron sus aventuras por el mundo, una intuición compositiva natural y un
espíritu minucioso y a la vez intrépido. Es ese mismo espíritu el que lo
constituye en uno de los representantes más conspicuos de la fotografía
pictorialista y uno de los pioneros de la aeronavegación universal. Apenas había
cumplido los 12 años de edad cuando obtuvo su primera cámara fotográfica, un
sencillo dispositivo de cajón en el que podían colocarse hasta 6 placas de 8
x 8 cm, con un objetivo simple de una sola velocidad y con la que registró
sus primeras imágenes de temas populares que el mismo revelaba y positivaba.
Tres años después recibió como obsequio de un familiar una cámara metálica 9
x 12 "Photo Esphere" de chasis dobles adaptables al objetivo y graduable a
distintas distancias focales. Con esta cámara obtuvo en 1903 - a sus 16 años de
edad- la imagen "Sermón en la Aldea" que resultó en su iniciación en el
campo de la fotografía artística y que luego figuraría como la más antigua de su
catálogo de obras copiadas con la técnica del carbón Fresson. En esta
toma también se verifican algunas de las características iconográficas y de
estilo que desarrolló a lo largo de toda su carrera. Siguiendo los pasos de su
padre en 1909 se graduó en la Academia de Ingenieros Militares de su Guadalajara
natal. Fue parte la División de Aerostatos durante la Guerra de Melilla y a
él se debe el primer enlace en aeroplano entre España y el norte de África. En
Argentina trabó relación con Jorge Newbery y siempre estuvo a la vanguardia de
la evolución aeronáutica. Pero desde el aire o en sus "safaris fotográficos"
priorizó su vocación estética por registrar los paisajes, los tipos
costumbristas, el exotismo y los grandes monumentos de la España profunda y
obstinada en la perduración de su pasado de grandeza imperial. Aunque estuvo
siempre al tanto de las innovaciones técnicas y estéticas en el campo
fotográfico, no le intereso captar el "instante" sino construir un estilo sólido
que otorgara validez a sus imágenes identitarias, positivando todo su trabajo en
la técnica del carbón directo, generando una galería de personajes "sin tiempo"
y persiguiendo, en su particular estilo, fijar la
tradición.
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Sermón en la Aldea, 1903.
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Taller de Costura, 1905.
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Antonio
Ortiz Echagüe, Guadalajara 1883 - Buenos Aires 1942
Las pinturas de Antonio
Ortiz Echagüe son en buena medida un ejercicio de autobiografía. En
ellas está todo. Las geografías recorridas, su formación como artista junto con
las influencias recibidas a lo largo de su carrera, la presencia continua de sus
seres queridos y la peculiar forma de relacionarse con una cultura regionalista
transnacional que a su vez conformó una especial manera de mirar al mundo
durante una fase específica de la historia europea. Ortiz Echagüe
incorporó el gusto por los tipos populares, por lo folclórico y por el
exotismo que ya habían sido un importante elemento de renovación en el lenguaje
académico hacia mediados del siglo XIX y desde mucho antes también, pero que en
este momento eran esenciales para la configuración de una cultura regionalista
moderna desarrollada entre 1890 y 1937. Uno de los rasgos esenciales de su obra
es la continuidad en el desarrollo de un estilo al que el pintor supo sumarle
capas nuevas de densidad según los espacios en donde se instaló. Los comienzos
en París en donde tomó cursos en la Academie Julien y en la École
de Beaux-Arts y las sucesivas estancias en Roma lo acercaron a la
sistematicidad de la formación académica y tradicional, aunque es interesante
destacar que las instituciones dedicadas a la formación en arte ya habían
atravesado un fuerte cuestionamiento en cuanto a sus modos de entender la praxis
artística. De carácter más convencional, incorporaron sin embargo muchas de las
discusiones formales y de estilo planteadas por la vanguardia. El perfil de los
artistas que formaban estas academias y estos contextos, y al que pertenece
Ortiz Echagüe, tiene que ver con el del pintor que al tiempo
que posee los instrumentos y las habilidades de la formación académica, también
está capacitado para hacer una síntesis entre esta tradición y los lenguajes
modernos. En el caso de Ortiz Echagüe esto se tornará
especialmente rico en la construcción de su estilo.
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Fernando
Ortiz Echagüe, Logroño o San Sebastián, 1893- París, 1946
El periodista Fernando
Ortiz Echagüe, nacido en España, en 1893, fue el más grande, el más
versátil, el que accedió con impecable naturalidad a las más reservadas fuentes
informativas de la Europa de las dos grandes guerras. Se lució como ninguno en
la pléyade de corresponsales en el exterior de los diarios argentinos del siglo
XX. Había llegado a Buenos Aires, en 1911, sin otra provisión que un modesto
equipaje. En 1918, después de trabajar en La Nación, primero como cronista
destacado ante el Ministerio de Agricultura, situado entonces en Florida y
Lavalle, y luego como traductor de cables noticiosos, fue designado corresponsal
general en Europa, con sede en París. La obra de Ortiz de Echagüe se encuentra
diseminada, con invariable calidad y sustancia, en miles de páginas de La
Nación, pero no de una manera anónima. Figura, con su firma, precediendo la data
de las capitales eminentes del Viejo mundo desde las que despachó, entre 1918 y
1941, telegramas que concernían a la guerra, a la paz y a los entretelones
bélicos que alistarían una vez más para el combate a esa Europa suicida que él
mismo volvería a cubrir con sus notas, desde 1939, por segunda vez. En diciembre
de 1932, escribía desde Polonia: "Aquí está preparada la mecha de la próxima
guerra. ¿Quién la encenderá?" Y prevenía, a comienzos de 1938, con referencia a
los Sudetes: "…si Hitler hiciera contra Checoslovaquia el acto irreparable, todo
sucedería otra vez como en 1914, aunque en plazo más corto". Ortiz Echague
caracterizó a los protagonistas del gran conflicto con oficio único, en crónicas
certeras y bellamente escritas. Se hacía tiempo, además, para escribir sobre la
frivolidad alegre de los espectáculos y las modas, a las que Europa no
renunciaba en medio de terribles padecimientos. Traía, también, al conocimiento
de los lectores lo que deparaban de antiguo y de más moderno los museos aún
abiertos y lo que pensaban, con las abstracciones de lo eterno, sus poetas y
filósofos, o lo que producían novelistas y
científicos.
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Fernando, dibujado por su hermano
Antonio.
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Fernando en Biarritz con su hermana
Encarnita y sus sobrinas.
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