Para dar nombre a este blog he condensado dos palabras al escribir GAZETILLA así con z.

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viernes, 23 de mayo de 2014

A partir de Down with shame (Basta de vergüenza): Muestra en el Faena Arts Center

de
Clarín

Una calesita de arte sin vergüenza: desde Rusia y con mucho impacto

En el Faena Arts Center, en Puerto Madero Se ve, por ejemplo, una pareja peleándose, una chica semidesnuda que hace cinta y un extraño hombre elefante.

El telón se corre, las puertas se abren y una calesita de madera de tamaño real da vueltas en pleno Faena Arts Center (FAC). Es la primera función y quien la tracciona, quien hace mover la calesita pedaleando una bicicleta fija es… ¡el propio Alan Faena! Se trata de Carousel, la exposición del artista ruso Fyodor Pavlov-Andreevich (Moscú, 1976), inaugurada ayer en el Faena Arts Center, un espacio de arte en Puerto Madero. Creada sobre una plataforma circular giratoria, la obra mezcla arte y vida porque, a pesar de ser una instalación site-specific (hecha especialmente para ese lugar), se basa en la performance , ese tipo de arte tan sorpresivo, tan especial, ante el que nunca se sabe cómo puede uno reaccionar, o dónde comienza en él la ficción, y dónde la realidad. En este caso, la obra del artista ruso indaga sobre una emoción humana muy particular: la vergüenza.
El trabajo está dividido en nueve celdas o salas que presentan, cada una, nueve situaciones distintas, con autoría de artistas diferentes. Por ejemplo, en una celda hay una pareja peléandose, en otra una chica semidesnuda caminando sobre una cinta, en una tercera un hombre-elefante comiendo fotografías, y en otro de los espacios hay varias personas del público invitadas a sentarse sobre un balde plateado para ¡incubar cabezas humanas!
El toque de gracia viene cuando uno de los baldes comienza a moverse y entonces la persona que estaba sentada sobre él se encierra en una de las celdas de la calesita a tener un tête à tête con la cabeza que se encontraba dentro del balde. Una cortina se corre y –tras bambalinas– cabeza y persona dialogan. La cabeza habla, habla… ¿De quién es esa cabeza? Del propio Pavlov-Andreevich. Se escucha una conversación íntima: “ Sos linda. Gracias. ¿Te tapo? ¡Vete de aquí!
”: es la cabeza, emergiendo de un agujero en el suelo y ordenando. La situación es incómoda. Y es así a propósito.
Mientras tanto, del otro lado del carousel pasan más “incomodidades”: al hombre-elefante (en realidad es el artista argentino Eduardo Alcón Quintanilla) le meten fotografías abolladas por los agujeros de su vestido, alimentándolo; a una artista de Malasia –Chuyia Chia– el público le cuelga relojes y cartelitos con datos del tiempo; otra artista tucumana –Belén Romero Gunset– nos observa desde el techo como a ratoncitos de laboratorio, recostados en una de las celdas sobre un colchón, iluminados por luz de tubo.
¿Pero qué significa todo esto? Cuenta el italiano Marcelo Pisu –curador de la muestra junto a Ximena Caminos, directora del FAC–, que todo empezó cuando Pavlov-Andreevich puso la atención en Down with shame (Basta de vergüenza), un movimiento que en 1922, en los primeros años de la Revolución Rusa, organizaba marchas nudistas y eventos para herir la moralidad burguesa. Por entonces, una parte de los soviéticos intentó una nueva forma de vida basada en la igualdad entre las personas, el fin de las religiones, y la legalización de la homosexualidad y el aborto, entre otras cosas. “ ¡Basta de vergüenza!
” gritaban los activistas del movimiento, corriendo desnudos por los espacios públicos. Se trataba de un nuevo orden social.
Se sabe que el movimiento fracasó, pero siguen sus huellas, sobre todo en la arquitectura, como el edificio Narkomfin, uno de los laboratorios del experimento social ruso de los años 20. Algo de esta arquitectura está presente en Carousel, así como la clara intención de cada uno de los artistas que creó una performance específica para la calesita: todos ellos trabajaron en torno al concepto de vergüenza, y las muchas emociones que surgen a su alrededor. Una tercera característica importante del trabajo de Pavlov-Andreevich –una coincidencia entre la obra que se presenta en el Faena y el movimiento Down with shame–, es que los dos constituyen, a la vez, un proyecto colectivo e individual. Una utopía.
Más abajo, en el mismo lugar, se exhibe GPS. Geometría Poética Social, una muestra de la argentina residente en Miami Agustina Woodgate. Compuesta por 175 globos terráqueos lijados y pintados de blanco, la instalación intenta redefinir mapas, geografías y distancias. El proyecto de Woodgate se completa fuera del Faena con Rayuelas, varios juegos pintados en espacios públicos de la ciudad de Buenos Aires, como por ejemplo las plazas Roma y Houssay.

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