Página 12
Es que lo que se ve en estas páginas es, de movida, el cielo: hasta en el Centro, hasta en barrios que hoy son de asfixia, se ve el cielo. Si se baja la vista, se ve también un tejido urbano de enorme coherencia material, sin peleas de estilos y materiales, todavía inocente de zonzos “rupturistas” y vanguardistas, de una enorme elegancia y escala humana. Con tino, Balmaceda abre la colección con una figurita rara, una toma de la Casa Rosada hecha hacia mediados de la década de 1880. Lo que se ve ahí es un edificio completamente diferente del que estamos acostumbrados, una pieza italianizante con balcones modestos sobre la plaza, pedimentados, con una veredita estrecha y una fachada principal sobre Rivadavia, donde hoy está la explanada. Otros hallazgos son la foto de la casa de los Santamarina en Belgrano, el zoo a medio hacer en 1904, el frente al río de la Rosada antes de la plaza y el monumento a Colón (cuando era el jardín presidencial que ahora volvió a ser), la casi increíble Plaza Miserere vacía, tranquila y prolija, y el casi único lugar reconocible a simple vista, avenida Santa Fe y Talcuahano.
Mirando en detalle, la colección permite recordar a esta ciudad como un lugar de baja densidad, con pocos coches y fuerte transporte público. En la página 144 hay una surrealista toma de la avenida Rivadavia al 6300, Carabobo, que parece un bulevar si no de París, al menos de Bruselas, con poste central de tranvía, casas de planta baja y primer piso, arboledas y un tránsito liviano en proporción al precio de los coches y a la baja densidad de la zona. De hecho, Balmaceda les dedica algunas fotos a galletas de tránsito que inspiran ternura, en las que un par de tranvías y media docena de coches se traban entre ellos por la simple razón de que nadie señalizaba cruces o curvones: no valía la pena.
En otra punta del espectro posible en esto de pensar nuestra ciudad están los del proyecto Casa Chaucha, que desde 2009 hace una suerte de periodismo de decoración demótico y publica los resultados en www.casachaucha.com.ar. Calificadas como “lindas y reales”, estas casas de “mujeres, de hombres, de dos y de muchos” son básicamente porteñas aunque con incursiones cordobesas y rosarinas, y son estrictamente de interiores o de terrazas y patios. Este primer libro en papel, una confesa “primera selección de casas”, bien puede pasar a la historia como un archivo de vidas reales, una autobiografía como las concebía Sol Lewitt, pero hecha a muchas manos.
El libro contiene departamentos de un ambiente, casas suburbanas de madera y jardín, chalets, PH, lugares grandes, lugares pequeñitos, presupuestos de todo tipo y un gran etcétera de colecciones y pilas de objetos. Lo que tienen en común todas las casas seleccionadas es el interés por crear espacios originales y, se sospecha, la juventud de sus habitantes. El encanto de este libro es ver tanto lugar cotidiano, conocido, de amigos o suyo propio, recibiendo la consagración de ser publicado.
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