Desde
aquellos caballos hermosos en carbonilla dibujados en la oscuridad de una
caverna en Francia hace miles de años hasta hoy, siempre se ha escrito en
paredes. Podría haber una continuidad entre la carbonilla, el marcador y el
aerosol, aunque las connotaciones de cada material sean muy distintas. Como
sea, ya no es una novedad que en los últimos diez años el graffiti, el street
art, el stencil, y todas las demás subactividades pictóricas, vandálicas,
juveniles y callejeras, están en auge y expansión. Las razones del fenómeno son
diversas. En nuestro país la tendencia ha tomado vigor en las reverberaciones
del 2001, cuando ver en la calle el stencil de Bush con las orejitas de Mickey
Mouse sobre el slogan Disney War era toda una sorpresa.
Ese
material hoy ya forma parte de compilados que pueden verse en formato libro,
hubo dos megamuestras en espacios tradicionalmente consagrados a lo artístico
–Palais de Glace y Centro Cultural de España–, las estaciones de subte nuevas
tienen paredones trabajados por profesionales del street art y hasta las marcas
de zapatillas se apropiaron de los trazos encriptados de los tags hip hoperos,
necesitadas de seguir capturando al público joven. Pareciera que siempre hay
alguien haciéndose la pregunta ¿qué pasa por la calle? y empujando así la rueda
de la moda. Pero si en la calle las pintadas y stencils siguen dibujándose y
reinventándose, quiere decir que ese espíritu no se detiene. Por lo menos eso
quisieron demostrar Alejandro Guerri, Fernando Aita, Tomy Lucadamo, quienes que
desde la web las rescatan.
De eso se
trata www.escritosenlacalle.com. Un sitio donde se puede navegar por la ciudad
y buscar pintadas a través de las categorías que implementaron estos muchachos.
Amor, Bronca, Delirios, Misticismo, son algunas y clickeándolas aparece la
fotografía de la pared en cuestión, junto a un mapa que indica su enclave
exacto en Buenos Aires. Es que el sitio Graffiti, escritos en la calle propone
no sólo contemplar el compilado de frases y dibujos sino también enriquecerlo
con fotos de hallazgos personales y comentarios, haciéndose usuario. “Marta
volvé, no te fajo más”, es una pintada que aparece entonces, con su ubicación y
si bien no su autor, porque las pintadas son esencialmente anónimas, sí su
“curador”. Aquel que le echó el ojo, y disparó el flash.
Sobre cuál
es el sentido de reproducir en la web aquello que ya era de libre acceso en el
espacio público, los creadores de la página explican: “En principio, porque
estas escrituras son efímeras, hoy están pero mañana pueden borrarse. De hecho,
en el sitio hay graffiti que ya no se pueden ver en las paredes. Además, nos
interesa generar un ida y vuelta entre la web y la calle. Por eso, la semana
pasada organizamos un safari fotográfico en San Telmo: invitamos a la gente a
salir y recorrer el barrio, a mirar con la atención puesta en los escritos y
dibujos, y sacar fotos de graffiti, que ocasionalmente volverán a la web”.
El sitio es
entonces un gran archivo que se reinventa continuamente. Un espacio donde
registrar esos escritos fugaces, hechos de apuro, como si fueran las páginas
sueltas de un libro colectivo.
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