de
Página 12
Domingo, 23 de febrero de 2014
SALI › A LUGARES NUEVOS EN PALERMO
Por Cecilia Boullosa
El
sushi pasó, en pocos años, de ser un plato excepcional, para comer en
ocasiones especiales, a convertirse en parte de la dieta habitual de
muchísimos porteños. Entre los cientos de restaurantes y deliveries de
sushi que hay en Buenos Aires, Akira es uno de los que más están
creciendo. Comenzó en la zona norte en 2003; hoy es una cadena con seis
locales entre Capital y GBA. Además, este verano inauguró dos más en la
costa, uno en Pinamar y el otro en Cariló.
La propuesta de Akira no pretende ser tradicional. Por el contrario,
juega con sabores, texturas e ingredientes en la búsqueda de encontrar
un equilibrio que se sostiene en tres pilares: lo japonés, lo nikkei y
lo frapanés (fusión francesa-japonesa). En el espacioso y chic local de
Palermo, que abrió en septiembre de 2013, prima lo nikkei, con su mezcla
latina: anticuchos de pulpo, chupe de mariscos, vieyras gratinadas y el
sushi, que ocupa el lugar principal de la carta. Hay piezas con
maracuyá, batata, tamago, palta, ananá, durazno y algunas más jugadas
como la que viene con espárragos, con crema de amapolas o con praliné de
almendras. Está claro: Akira no es para ortodoxos del sushi.
Especialmente se destacan los rolls calientes como el Hot (salmón,
Philadelphia y verdeo, apanados y fritos con salsa teriyaki), el Camino
del Inca (langostinos, mascarpone, rúcula al ajo, huevo a la lima en
masa de tempura con alioli de cilantro) o el picantón Susurro del
diablo, que no tiene arroz pero sí una eficaz combinación de langostinos
macerados en leche de tigre, palta, ají con chip de batata y salsa de
rocoto. Dependiendo de los ingredientes que se elijan y del tamaño, hay
tablas desde $ 128 a $ 695 (la premium de 50 piezas).
El salón está distribuido en dos plantas y en el primer piso el
ambiente predispone a la cita romántica. En la planta baja domina un
gran mural, muy colorido, y el clima es más ruidoso y animado.
Cualquiera sea el plan, el final debería ser el mismo: una degustación
de suspiros limeños para llevarse en la boca el sabor dulce de una
velada nikkei.
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