Enlace y reseña de la nota publicada en Tiempo Argentino
Flotaban los pianos, volvió la música
Nueve meses después de perder sus instrumentos bajo las aguas que inundaron La Plata, el Conservatorio Gilardo Gilardi se recupera gracias a la solidaridad de estudiantes, vecinos y artistas.
Nueve pianos verticales, dos de cola y uno eléctrico. Esa fue la pérdida más sentida en el Conservatorio. Pero el recuerdo amargo de aquellos instrumentos flotando en el agua que ocupó hasta los dos metros de altura todo el subsuelo del edificio, ya ha sido aplacado por la presencia lustrosa de seis pianos acústicos ubicados en el hall de entrada del edificio Servente, el palacete del año 1934 donde funciona el conservatorio. "Nos donaron seis pianos verticales, además de dos pianos de cola, uno de ellos donado por Martha Argerich a través de una ex profesora de acá, y otros seis eléctricos, tres que donaron los integrantes Les Luthiers, y los otros, la dueña del centro de diagnóstico Mon, de La Plata", precisa el director del Gilardi, Gerardo Guzmán.
"La calidad de estos pianos es mejor que los que había. Los que se mojaron eran viejísimos y su valor era más bien histórico. Pero fue demoledor verlos. A medida que pasaba el tiempo, la madera se abría como si fuera hojaldre. Las teclas quedaron duras, era como si se desintegraran", recuerda frente a un puñado de arpas arrumbadas en un rincón del patio del edificio. Con esas estructuras metálicas, que sostenían las cuerdas de los pianos destruidos, tres artistas realizarán una instalación o una escultura conmemorativa. Guzmán cree que lo mejor será instalarla en los jardines delanteros del palacio.
Tras la inundación del 2 de abril, que según cifras oficiales dejó como saldo 52 muertos en la ciudad, la solidaridad de los vecinos fue el gran articulador de la ayuda en La Plata. Y lo mismo ocurrió en el Conservatorio, donde la reconstrucción comenzó a las 48 horas, cuando el agua comenzó a bajar y permitió acercarse al edificio Servente, en Tolosa, uno de los barrios más castigados por la inundación. El equipo directivo, la Asociación Cooperadora y la Asociación de Amigos se pusieron a la cabeza de las acciones apenas las bombas hidráulicas de los bomberos sacaron el grueso del agua en la que flotaban los instrumentos del sótano.
Los daños fueron cuantiosos. Además de los pianos, una larga lista de instrumentos sucumbió al embate del agua. La nómina oficial incluye "timbales, vibrafón, xilofones, tambores, claves, cajas, maracas y panderos, metalofones, triángulos y platillos; partituras, libros de texto y material didáctico; tres computadoras y varios armarios y bibliotecas, la fotocopiadora, equipos eléctricos, paneles y tableros, amplificadores y parlantes, cables y transformadores". También se destruyeron los paneles acústicos de las aulas y el panel eléctrico que alimenta todo el edificio.
Docentes, alumnos y vecinos trabajaron a la par. "Fueron días de mucho trabajo, limpiando bancos, paredes, puertas, salvando instrumentos de percusión, limpiando pieza por pieza. Fue conmovedor", asegura Guzmán. Importantes luthiers colaboraron con los instrumentos, y técnicos de la Facultad de Ingeniería de la UNLP se encargaron de las computadoras.
Recién en agosto, las 20 aulas del subsuelo volvieron a llenarse de música y alumnos. Arrancaron como pudieron, porque la reconstrucción no está completa y las paredes descascaradas hacen de la inundación una presencia permanente. Por día, en tres turnos, asisten 1500 alumnos de los ciclos de formación básica de niños, adolescentes y adultos, y los profesorados en instrumentos, canto y educación musical, que dictan 230 profesores. "Mucha gente se ofreció durante el año para dar conciertos para juntar fondos. Incluso en Italia hicieron conciertos y donaron lo recaudado a la cuenta de la cooperadora. Hasta un grupo de teatro de jubilados de la universidad donó una función –recuerda Guzmán–. No sé si es un tema de los argentinos o es general, pero en estos casos siempre aparece el espíritu de solidaridad, siempre aparece el compromiso con el otro."
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