Para dar nombre a este blog he condensado dos palabras al escribir GAZETILLA así con z.

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domingo, 29 de junio de 2014

Más comida asiática distinta en Buenos Aires

de
Pagina 12

radar
Domingo, 22 de junio de 2014
SALI

COMIDA ASIÁTICA


 Por Eleonora Biaiñ

AMOR A LAS ISLAS

Desde hace cinco años, Christina Sunae abre las puertas de su casa en Villa Ortúzar para ofrecer la cocina del sudeste asiático. La carta cambia todas las semanas, ya que es un menú fijo de cuatro pasos, la mayoría de Filipinas, pero que suma exotismo con escalas en Vietnam, Tailandia e Indonesia.
Entre las entradas, se encuentran clásicos de los puestos callejeros de Pananga, región de Filipinas conocida por su buena gastronomía, donde pasó parte de su infancia la dueña del restaurante. Entre ellos, los arrolladitos fritos rellenos de vegetales y camarones, de masa crocante, que se sumergen en una rica salsa agridulce picante. O la ensalada de pollo, menta y cilantro, con aderezo cítrico, para comer haciendo un roll con una hoja de lechuga y percibir la combinación de sabores y texturas en un solo bocado.
En el país de las siete mil islas, la comida es fruto de una mixtura de culturas asiáticas y de los países que lo invadieron. Los nombres de algunos platos hacen referencia a España, que gobernó allí durante trescientos años. Así, en la carta se puede encontrar la ensaladang mangga (ensalada de mango), el adobong manok (pollo al adobo) o los langostinos al tamarindo.
El restaurante ocupa dos ambientes de la casa, el living y un patio cubierto, calefaccionado, con capacidad para 35 personas. Mesas y sillas de madera, velas, plantas y lamparitas de papel de colores brindan un clima íntimo.
Curry, sopas y salteados conforman los platos principales. Dos posibles ejemplos que podrán estar entre los pasos del menú: Pesa, la pesca del día servida en caldo de jengibre y ajo, con papa y compota de tomate; y el pancit guisado, plato nacional de Filipinas, de fideos de arroz salteados con langostinos, hongos, verduras y limón. El precio de la cena es de $225 e incluye agua o té. Para beber se ofrece cerveza, vinos (desde $65) y tragos de aromas tropicales ($45).
Uno de los mejores ejemplos locales de las maravillas culinarias que depara el sudeste asiático. Todo, en un mismo plato.
Cocina Sunae queda en Villa Ortúzar. Solo con reserva previa llamando al teléfono 15-4870-5506. Horario de atención: miércoles a sábados de 20 al cierre.

JAPONÉS DE BARRIO

Por su buena relación precio-calidad, algo no siempre fácil de encontrar en la cocina japonesa, Hiraku se ganó un lugar de preferencia entre los vecinos de Villa Crespo. Al principio, la oferta era sólo de sushi con sus clásicas versiones de roll, niguiri y sashimi. Luego, a pedido del público, la carta se amplió para ofrecer opciones de cocina fusión.
Pablo Nohara, nikkei de tercera generación y chef recibido en el IAG, abrió este sushi store luego de hacer prácticas en Costa Rica y Perú, y de trabajar en Morizono, Azul Profundo y Dashi. La oportunidad llegó en 2009, cuando sus padres decidieron cerrar la tintorería familiar que tenían en Buenos Aires desde hacía 30 años y le ofrecieron el local a Pablo. En ese momento el chef estaba en Cuba, en las cocinas del hotel Meliá, pero en cuanto terminó la temporada volvió al barrio y con la ayuda de amigos –que colaboraron en la remodelación– abrió Hiraku.
El restaurante es pequeño y cálido, con capacidad para 30 comensales. Las paredes están pintadas de blanco, las mesas son de madera oscura y las sillas están revestidas en color claro. También hay algunos sillones y mesas bajas. Los detalles de color los brindan las lámparas, una franja roja pintada en una de las paredes, un cuadro japonés con la figura de un tigre y un moño rubí y dorado de un kimono.
La oferta de sushi es extensa, con combinados que permiten probar un poco de todo. Kamakura, de 25 piezas ($209) y Edo, de 32 ($264). Las innovaciones son los rolls envueltos y los roll fritos, como los Green, forrados en pepino; los Hiraku, rebozados rellenos de langostino y queso crema con ensalada de kanikama; o el Parmesano roll con langostino, manteca de ajo y queso gratinado.
Entre los platos calientes hay tempura de langostino o vegetales, carnes grilladas y salteados al wok. Un postre recomendado: el Tempura Ice, un helado de crema americana envuelto en masa philo y tempura que se sirve recién frito ($66). Para beber, cerveza, vinos (entre $70 y $230) y sake ($50).
Ideal para darse el gusto de una buena dosis de sushi, a precios amables.
Hiraku Restó queda en Rocamora 4584. Teléfono: 4866-0046. Horario de atención: martes a viernes de 12 a 15; martes a domingos de 20 a 23.30.

LETRA Y MÚSICA

Una Canción Coreana es el nombre de este restaurante, pero también de un documental. La historia se puede resumir así: mientras Yael Tujsnaider y Gustavo Tarrío seguían con su cámara a Víctor y Ana, dueños de un bazar en el Bajo Flores, la familia decide cerrar ese negocio y abrir un restaurante. En ese momento, Ana participaba como cantante en una obra de teatro. Y de esa pieza surgió el nombre del lugar que inauguró a fines de 2012 y también el de la película que se estrenó en el Bafici este año.
En la cocina se encuentra la mamá de Víctor, Joo Seeung Ja, que Ana –por tradición– llama “madre”. La señora amasa y corta los fideos a mano: lo suyo es la cocina “casera” y “de la abuela”, aseguran. El pedido es a la carta, lo que diferencia a este restaurante de otros del barrio en los que principalmente se ofrece un menú fijo con variedad de carnes crudas para asar en una parrilla portátil y guarniciones servidas en muchos platitos.
Sugieren comenzar por las carnes y luego pasar a las sopas. Antes, durante y después, sobre la mesa habrá siempre tres variedades de kimchi, técnica de cocina y plato típico coreano. Sus componentes básicos son el repollo akusai con ají molido, cebolla y ajo, una preparación fermentada que se realiza también con otros ingredientes –nabo, por ejemplo–, y puede ser más o menos picante. Su denominador común es la capacidad, aseguran, de fortalecer el sistema inmune.
Turistas y curiosos llegan hasta aquí para conocer esta gastronomía que está en auge en el mundo por su sabor singular y propiedades nutricionales. Pensando en ellos, Ana diseñó una carta muy práctica, con fotos de los platos, nombre de sus ingredientes y su historia.
El menú es corto pero variado. Para probar (y no olvidar) están la carne de cerdo con kimchi dulce picante, calamar y morrón ($250, para compartir); el panqueque salado de porotos; la carne dulce con arroz; las empanadas de kimchi al vapor en sopa de caldo vacuno y la sopa de pollo con ginseng (todos, $120).
Manjares para conocer nuevos sabores y acercarse a la cultura coreana.
Una Canción Coreana queda en Carabobo 1549. Teléfono: 4631-8852. Horario de atención: martes a viernes de 12 a 14 y de 18 a 21; sábados de 12 a 21; domingos de 12 a 15.

Fotos: Pablo Mehanna

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