Enlace y reseña de la nota publicada en Clarín
Breve diccionario de frases que decimos sin saber de dónde vienen
Por Eduardo Parise
Son clásicas, se repiten y hacen al habla de los porteños. Tienen orígenes diversos.
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“Le metieron la mula”. Se traduce como le hicieron trampa. O hacer trampa “metiendo la mula”. Viene de los tiempos en que los carreros llegaban con su carga al mercado. Para saber cuánto pesaba la mercadería, subían con su carro a una gran balanza, después se descontaba el peso del carro vacío y así se sabía la diferencia. Pero algunos, en el pesaje, solían hacer que la mula que tiraba el carro pisara un poquito la balanza para agregar algunos kilos. Es decir: metían la mula.
“Sin decirle agua va”.
Algo que ocurre por sorpresa, sin ningún aviso previo. La cuestión tiene que ver con una vieja costumbre de la época colonial, que llegó a Buenos Aires con los españoles. Por las noches, en las casas solía juntarse la orina en vasijas que estaban en los dormitorios. Y a la mañana, para deshacerse de esos líquidos, se los arrojaba a las calles de tierra por una ventana. Por lo general, la operación se advertía previamente con un grito: “agua va”.
“A cada chancho le llega su sanmartín”. Significa que a todos los alcanza algún momento de sufrimiento. Para algunos el origen tiene relación con el día de San Martín de Tours (11 de noviembre), un santo de origen francés, patrono de Buenos Aires. Cuentan que en esa fecha del otoño europeo era habitual carnear un chancho o comer carne de ese animal. Otros sostienen que “sanmartín”, era el nombre de un filoso cuchillo que se usaba para trozarlos.
“Por interés baila el mono”. Se aplica para definir a quienes hacen todo para lograr un beneficio, ya sea económico o de otro orden. Viene de los tiempos en que los antiguos organilleros que andaban por la calle llevaban a un monito, atado con una larga cadena. El animal solía bailar al compás de la música. Al final de cada interpretación, el mismo mono solía pasar un jarrito metálico para que los espectadores dejaran alguna moneda.
“Estás papando moscas”. La expresión se suele utilizar para aquella persona que está distraída, mirando sin mirar y con la boca abierta. Papar es un viejo verbo que casi no se usa y que significa masticar algo blando. Y cuentan que en la catedral de Burgos, en España, hay una figura humana con una cara algo grotesca. Colocada sobre un gran reloj, hace sonar la campana que marca las horas, mientras abre y cierra su boca. Lo conocen como “el papamoscas”.
“Este no quiere más lola”. Alude a aquella persona que se rindió a cumplir con determinado proyecto o que ya no tiene fuerzas para seguir con un objetivo. Cuentan que el origen viene de que en los hospitales a los enfermos se les solía dar una galletitas marca Lola, que fabricaba Bagley. Dicen que su elaboración era tan cuidada y sin agregados artificiales que por eso la recomendaban los médicos. Sin embargo, cuando uno de esos pacientes moría, algunos aplicaban la frase para definir el trágico final. Es un clásico porteño.
Por supuesto que hay muchas más y que el ingenio popular siempre aumenta la lista. Y hasta se han recopilado en libros como el titulado “Del dicho al hecho”, que editó el profesor Esteban Giménez. Entre las más curiosas hay una que se usa mucho entre los artistas para el día del estreno. Se les desea “mucha merde”. Viene de los tiempos en que la gente iba a los teatros con carruajes tirados por caballos. Pero esa es otra historia.
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