Aumenta el número de consultas por adicciones a teléfonos
celulares
A
raíz de la interrupción de los servicios de Movistar por fallas técnicas, que
dejó 16700000 celulares incomunicados, ocupó un primer plano de las noticias el
crecimiento de las tecnoadicciones.
El
uso de esta tecnología ha crecido y sigue haciéndolo en todo el mundo. Incluso lo
reflejan el cine y la TV, en sus ficciones recreando la vida cotidiana, cuando
ilustran los accidentes y dramas que se despiertan en su derredor.
En
reuniones de todo género, en el baño, mientras se conduce un vehículo, en el
dormitorio –no vaya a ser que por dormir pierdan esa llamada, única en la vida,
por las dudas, durante años el teléfono celular está en su mesa de luz- una
inmensa mayoría de usuarios privilegia al celular para comunicarse.
Insomnio,
dormir entrecortado, ansiedades, tensiones, inquietudes, desasosiego, mal humor,
baja de autoestima, necesidad de comprobar si llegaron llamadas que no se
percibieron oportunamente, llaman la atención de los usuarios que los padecen y
consultan a los especialistas.
Nada menos
que un tercio aumentó el número de consultas al respecto en un país que tiene
más celulares que habitantes. Con el celular como centro de otro modo de
comunicarse, con los servicios que suma a su utilidad, cobra más y más tiempo
del público. Y lo novedoso de estos progresos pide dedicación.
¿Cuál es la
opción? ¿Poner límite a la entrega a esta aceptación que parece no tener fin o
adaptarse a sus propuestas?
Se denuncia
el síndrome de abstinencia. Comienza por un sentimiento de vacío, desesperación
y sinsentido cuando se priva de esta comunicación. Otros síntomas subsiguientes
los hemos nombrado precedentemente.
En la base
de la carencia está la necesidad de participación. Y toujours la même chose,
un ser humano buscando salir de
su soledad.
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